sábado, 8 de octubre de 2011

PROBLEMA DE EQUILIBRIO

¿No te ha pasado que te levantas para caminar y “sientes” que pierdes un tanto el equilibrio, te vas de un lado hacia el otro? ¿Cierras los ojos en la ducha y tienes la necesidad de agarrarte de la pared o de algo que tengas a la mano para no caerte?
Problemas de equilibrio
Tal vez te hayas sentido mareado o con la “sensación” de “no sé qué pasa”, el piso se me mueve y no sé bien dónde pisar…Incluso el estar de pie por mucho tiempo nos genera una sensación de inestabilidad que nos lleva a tener las piernas entreabiertas o hacer que nos sujetemos de lo que está más cerca (si lo hay).
Estos son sólo algunos de los “síntomas” cuando tenemos “problemas de equilibrio”…
El equilibrio es una de las funciones más complejas de nuestro cerebro. El vértigo, los mareos, los problemas en la coordinación suelen ser más comunes de lo que pensamos.
La función del equilibrio es la responsable de mantener la postura de una persona. La posición erguida, es físicamente muy difícil de mantener.
Conseguir una postura estable depende de la capacidad del sujeto para mantener la proyección de su centro de gravedad dentro de su base de sustentación. El centro de gravedad es un punto imaginario donde se concentra toda la masa del cuerpo, suele estar localizado a nivel del ombligo, que de pie queda muy por encima de la base de sustentación.
Ésta es la superficie en la cual nos apoyamos, por ejemplo, si estamos tumbados será todo nuestro cuerpo, de pie sería el espacio comprendido entre nuestras piernas; cuanto más pequeña es la base de sustentación, más difícil resulta mantener el equilibrio.

Con éste nacemos y nos permite caminar; es, además, el resultado de la acción recíproca de varios sistemas, y su alteración puede resultar frecuente entre quienes tenemos EM. De hecho, un 78% de nosotros puede presentar los problemas de equilibrio a lo largo de los años y en el curso de la enfermedad.

¿Qué los causa?

El control sobre el equilibrio es muy complejo y su adecuado “funcionamiento” no depende exclusivamente de alguna parte del sistema nervioso central (cerebro y médula). Las dificultades pueden ser consecuencia de lesiones a nivel del nervio óptico, en el cerebelo y el sistema propioceptivo. Este sistema es el que nos proporciona información sobre el funcionamiento armónico de músculos, tendones y articulaciones y que participa regulando la dirección y rango de movimiento, permite reacciones y respuestas automáticas, importantes para la supervivencia. Interviene también en el desarrollo del esquema corporal y en la relación de éste con el espacio sustentando la acción motora planificada.

También puede deberse a lesiones a nivel del sistema vestibular que responde a los movimientos del cuerpo a través del espacio y los cambios de posición de la cabeza.


En conjunto, con el sistema propioceptivo, mantiene el tono muscular, coordina automáticamente el movimiento de los ojos, cabeza y cuerpo, proporciona un campo visual estable y es fundamental en la percepción del espacio y en la orientación del cuerpo dentro de éste.


Finalmente, y no por ello menos importante, los problemas de equilibrio pueden también ser el resultado de una falla en el sistema sensorio-motor, que es el encargado de registrar la información externa relacionada con temperatura, dolor, tacto, frío, calor; de este modo nos permite tanto discriminar los estímulos del medio, como reaccionar cuando éstos son amenazantes. Participa en el conocimiento del cuerpo y también en el desarrollo del vínculo emocional y sentido de seguridad. Junto con el sistema propioceptivo sustenta la acción motora planificada. Cuando este sistema no funciona adecuadamente, se puede presentar, torpeza motriz, dificultad para construir y manipular materiales y herramientas, entre otros.


¿Qué complicados que somos, cierto?


Pero, ¿cómo nos damos cuenta de que tenemos algún trastorno del equilibrio?


Algunas de sus manifestaciones son:

• Sensación de desequilibrio, inseguridad e incluso vértigos.

• Falta de coordinación que puede mejorar en algunos casos con control visual.


• Marcha con ampliación de la base de sustentación.


• Desviaciones al caminar, ir de un lado al otro.


• Inestabilidad al girar.


Es posible diferenciar tres clases de equilibrio:


• Equilibrio estático o mantenimiento de la postura.


• Equilibrio cinético:
cuando nos hallamos sometidos pasivamente a un movimiento, por ejemplo subir o bajar en un ascensor.

• Equilibrio dinámico:
cuando la persona realiza movimientos que cambian su posición en el espacio, es decir, desplazándose.

Como consecuencia de todos estos signos, se pueden presentar:


• Dificultad para subir o bajar escaleras.


• Riesgo de caídas.


• Problemas para llevar a cabo las actividades de la vida diaria sin ayuda.


• Necesidad de utilizar ayuda.


Como en todos los casos este síntoma puede variar de intensidad e incluso hay quienes no lo tienen; sin embargo, cuando está presente puede repercutir de manera distinta en nuestro día a día.


¿Qué hacer?

La fisioterapia juega un papel fundamental como ha quedado ampliamente demostrado en las últimas décadas. La idea de disminuir la actividad de quienes tenemos EM sólo consigue agravar los síntomas y potenciar las complicaciones. Por eso, la rehabilitación integral y, en concreto, la fisioterapia, reduce las complicaciones interrecurrentes y retardan la evolución de la enfermedad. Los ejercicios dirigidos y especiales son efectivas herramientas que hay que utilizar.

• Ejercicios de equilibrio estático
: Su objetivo es mejorar las reacciones de enderezamiento, de equilibrio y de apoyo, tanto de tronco como de extremidades inferiores, mediante desestabilizaciones por parte del fisioterapista y ejercicios en posiciones distintas cada vez de mayor dificultad:

Cuadrupedia (en cuatro puntos).


De rodillas.


Sentado sobre la pelota Bobath (pelota gigante).


De pie, apoyo unipodal .


Sobre objetos de material inestable.


• Ejercicios de equilibrio dinámic
o: Su objetivo es aumentar la estabilidad cuando hay desplazamiento.

Se realiza intentando mantener el máximo equilibrio mientras se realizan las siguientes actividades:


Caminar sobre colchonetas.


Caminar de modos diferentes, por ejemplo, de lado, cruzando una pierna, en retroceso.


Caminando entre obstáculos.


Caminar por pasillos estrechos.


Subir y bajar escaleras y rampa.


• Ejercicios de fortalecimiento: Su objetivo es mejorar o mantener la fuerza muscular y coordinación de las extremidades y el tronco, por medio de ejercicios específicos de cada grupo muscular, luego de los cuales se realizan estiramientos, por ejemplo:


Abdominales.


Glúteos.


Musculatura de cadera, rodilla y pie.


Musculatura de hombro y codo.


No hay excusa que valga, hacer ejercicios, al menos en casa puede ayudarte a mejorar tus problemas de equilibrio. Si no los tienes, igual, los ejercicios te ayudarán a mantenerte saludable.

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